Por: Lexie Marie Torres
Es un ser humano muy querido en el ambiente musical en donde lleva 23 años laborando. Desde el 2004 trabaja para la Orquesta del Gran Combo de Puerto Rico, y asegura que llegó a donde quería, no pide más, no busca más, ahí lo tiene todo. Nace un 12 de abril de 1959 en Dorado Puerto Rico, pueblo que ama y al que nadie ha logrado que emigre a otras tierras lejanas, Puerto Rico es su patria y punto. Lo nombraron Luis Armando Cruz Montañez, nombre que dentro de su familia se repite generación tras generación y por eso lo apodaron Luigy para diferenciarlo. Son ocho hermanos que nacieron bajo “una pobreza bien linda” según sus recuerdos del ayer, y asegura que desde muy joven su anhelo más grande era ser “band boy” en una orquesta o ser chofer de carro público. Hoy, ambas cosas las hace y el orgullo se le sale por los poros y por la gran sonrisa que brota de sus labios con picardía y emoción.
“Mi primo, Alejandro Montañez (Yuyo), era conguero y andábamos siempre juntos. Yo le cargaba las congas en las rumbas y sin darme cuenta ya era “band boy” sin paga. Para mí era una satisfacción enorme. Es mi primo quien me recomienda con Tony Vega, y Fico, el “band boy” de Andy Montañez, quien es mi inspiración, me orienta en este oficio de hacerme cargo de una orquesta cuando conoce mi interés”, recuerda claramente.
“Humberto Ramírez y Tony Vega, salen de la Orquesta de Willie Rosario y forman una orquesta en donde Humberto es el director. Es Ramírez quien me da la oportunidad de laborar junto a la banda de Tony Vega como “band boy”, siendo a la vez “band boy” de otra orquesta de jazz que forma Humberto, pero siempre guardando la fidelidad hacia Tony Vega, mi primer jefe. Pero el tiempo corrió y el destino me preparó para pasar 23 años junto a Humberto Ramírez, nunca me separé de él”, indica con emoción.
Indica que un “band boy” es el “handy man” del director musical de una orquesta. Sabe que son muy pocas las veces que tiene reconocimiento, pero está consciente de la importancia que carga bajo sus hombros. “Llegamos primero, hasta con 2 horas de antelación, y nos vamos últimos. Somos los que nos enfrentamos a todos los problemas que surgen antes de que el director musical y el artista lleguen, y es nuestro trabajo dar la cara a todas las situaciones que surjan para facilitar esa presentación que no puede suspenderse”, enfatiza con humildad. De igual manera reconoce que esta profesión es de una responsabilidad enorme porque el equipo de música que carga y monta es muy costoso y manifiesta que “equipo que bota un “band boy”, lo tiene que pagar”, y esa regla es la número uno en el trabajo que realiza y lo sabe.
Pero la vida lo sorprende con un accidente mientras corría motora en febrero de 2004 y decide acogerse al retiro. Freddy Rivera, bajista actual del Gran Combo, buscando un “band boy” para un viaje a Ecuador de emergencia llegó donde su primo Yuyo y este lo recomienda. El se niega porque estaba operado de una pierna tras el accidente y retirado del ambiente. “El Gran Combo tiene dos “band boys”, el oficial se llama Joaquín Soler quien lleva muchos años junto a ellos pero no viaja, es local. Para entrar a trabajar con El Gran Combo no es fácil. Ellos son muy selectivos, siempre buscan a personas sin vicios, sin problemas judiciales y tratan de saber cómo es tu comportamiento. El que escoge es el líder, Rafael Ithier, y pueden haberte recomendado, pero se encargan de contratar a una buena persona, digna de toda confianza. Yo conocía a algunos de los integrantes del grupo, pero no al Sr. Ithier, incluso trabajando con Tony Vega, El Gran Combo solicitó mis servicios en dos ocasiones, pero mi fidelidad hacia Tony Vega no la desviaba nadie. Decidí irme por dos semanas a cubrir al “band boy” que estaba enfermo, y cuando regresé sentí unas ganas enorme de volver a ser “band boy” para siempre”, reveló sin olvidar días como esos. Y es así que entra a trabajar como “band boy” de la orquesta de Melina León.
En el 2007 vuelve el Gran Combo de Puerto Rico a solicitar sus servicios por otra recaída del “band boy” y no sabe qué hacer. “Pedí consejos porque con Melina me esperaban una veintena de fechas para trabajar y con el Gran Combo una gira para Colombia y 3 bailes. Me costó trabajo pero disidí irme con el Gran Combo y recuerdo como si fuera hoy, en febrero de 2008 en un Carnaval en Dorado, trabajando para ellos me pidieron todos los documentos para nombrarme empleado del Combo y fue una bendición doble porque estaba en mi pueblo y qué más podía pedir”, relata emocionado.
Estando tan cerca a la celebración del 50 aniversario de los “Mulatos del Sabor”, Luigy no puede disimular lo que siente por tener la dicha de formar parte de ese momento histórico y único para el mundo entero. Ha viajado con El Gran Combo a más de 20 países en donde nunca imaginó ir y conocer de esas culturas que sólo se leen en libros. Pertenecer al Gran Combo de Puerto Rico lo enmudece, siente que no hay palabras para definir lo que significa, y comienza a relatar historias y anécdotas en donde ambos sabemos que el día nos traicionará, pues son demasiadas para varias horas frente al mar.
“Aunque no me creas, en esta gira he tenido que firmar autógrafos como si fuera artista. Lo más que me ha impresionado de estos viajes es ver a esos fanáticos estudiosos del género recitar la vida y milagros de cada músico e integrantes de la orquesta. Yo me atrevo a decir y estoy convencido que en Puerto Rico están los mejores músicos salseros del mundo, pero lamentablemente no los conocemos. Estos fanáticos peruanos, colombianos y de muchos otros países te recitan los detalles de todas las producciones de memoria haciendo la diferencia”, sostiene incrédulo.
Para él es una dicha pertenecer a esta gira internacional que la “Universidad de la Salsa” lleva a cabo. Cuenta que en todos estos países quieren al Combo más o tanto que en Puerto Rico. Le llamó la atención la gira por Japón y Corea, pues son culturas radicalmente opuestas pero con el mismo sabor. “En los espectáculos que llevó el Gran Combo a Japón, siempre abría una orquesta japonesa, me sorprendieron, cantando en español y con excelentes músicos. Hay mujeres salseras con mucha clave y descubrí que es a través del baile que aprenden este sabor tropical”, dijo aún sorprendido. Las discotecas las encontró muy pequeñas, pero siempre repletas cuando el Gran Combo se presentaba. El país que más lejos encontró fue Australia y jamás pagó la cantidad de $100.00 para ver de cerca a un canguro. Fue entrevistado en varias ocasiones y asegura haber salido en un periódico en Perú.
Y tras confirmar que su relación con estos músicos maravillosos siempre ha sido buena, le hicimos un ejercicio mental en donde tras escuchar el nombre no podía tardar en contestar ni un solo segundo. Esto fue lo que contestó.
- Rafael Ithier – Excelencia
- Luis “Papo” Rosario – Humildad
- Jerry Rivas – Más que jo…
- Charlie Aponte – Cariñoso
- Freddy Rivera – El mejor, mi hermano
- Miguel Torres – Sinceridad
- Domingo “Cukie” Santos – El corazón más grande del mundo
- Eddie “La Bala” Pérez – Caja de sorpresa
- Freddy Miranda – Intelectual
- Moisés Nogueras – Mi Cristo
- Taty Maldonado – Lo más lindo
- Cano Rodríguez – Seriedad
- Willie Sotelo – Un gran ser humano
Orgulloso de ser parte de la orquesta que representa a su patria por medio siglo, Luis Armando Cruz, confiesa tener una gran amistad con todos los integrantes del Combo. Repite hasta el cansancio que no le falta nada, asegura estar en las grandes ligas, y orgulloso de que su jefe, Geño Soler, esté a su lado. “El puesto que tengo es el tope, a donde quería llegar”, sentencia sonreído y victorioso.
Así que cuando no está viajando con “Los Mulatos”, usted lo puede ver en la ruta de Dorado hacia Bayamón en su guagüita pública. Nos vuelve a confirmar que para ser “band boy” hay que ser responsable, sino es pérdida de tiempo. Su orquesta favorita es la de Tony Vega, pero representa con mucho orgullo el trabajar para la bandera del país, el Gran Combo de Puerto Rico.